Se necesitan determinadas pruebas para determinar si una persona tiene cáncer o si los síntomas del cáncer se deben a otro problema, como una infección. En ocasiones, hay que repetirlas si cambia el estado de la persona, si una muestra de líquido o de tejido que se tomó no es de buena calidad o si se debe confirmar el resultado anormal de una prueba.
Se necesita un diagnóstico correcto para orientar el tratamiento. Las pruebas que le hagan dependerán de los síntomas y del tipo de cáncer que sospeche el proveedor de atención médica. El proveedor le hará una historia clínica y una exploración física completas. A veces, se necesita una biopsia para diagnosticar el cáncer.
Otras pruebas para detectar el cáncer o determinar la propagación suelen ser las siguientes:
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Hemograma completo. Se utiliza una aguja pequeña para extraer sangre de una vena del brazo o de la mano. En este análisis de sangre se mide el tamaño, la cantidad y la madurez de los diferentes tipos de glóbulos que tiene en la sangre. Las células anormales pueden ser un signo de cáncer. También los cambios en la cantidad, el tamaño y la madurez de las células.
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Aspirado de la médula ósea, biopsia o ambos. Para este procedimiento, se extrae una pequeña cantidad de médula ósea (aspirado) o tejido sólido de la médula ósea (biopsia con aguja gruesa). Es más frecuente que se haga en la parte posterior del hueso de la cadera. Las muestras extraídas se examinan para ver la cantidad, el tamaño y la madurez de los glóbulos o si hay células anormales.
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Punción raquídea (punción lumbar). Este procedimiento se hace para analizar el líquido que rodea la columna vertebral y el cerebro en busca de presión o infección y determinar si hay células anormales. Se introduce una aguja fina entre los huesos de la parte baja de la espalda (zona lumbar) hasta llegar al conducto vertebral. Este conducto es la zona que rodea la médula espinal. Así se puede medir la presión en el conducto vertebral y el encéfalo. Es posible que se extraiga una pequeña cantidad de líquido cefalorraquídeo y se lo envíe para analizarlo y averiguar si hay alguna infección u otro problema. El líquido cefalorraquídeo es el que rodea y amortigua el encéfalo y la médula espinal.
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Ecografía. Es una prueba de diagnóstico por imágenes en la que se usan ondas de sonido y una computadora para generar imágenes de los vasos sanguíneos, de los tejidos y de los órganos. Se pasa una pequeña sonda por la piel sobre la parte del cuerpo que se quiere revisar. Las ecografías sirven para examinar los órganos mientras están en funcionamiento y para evaluar el flujo sanguíneo a través de los vasos. Por lo general, la ecografía permite ver si hay tumores en el estómago, el hígado y los riñones.
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Gammagrafía ósea. Se introduce un tinte radiactivo en la sangre por una vena para que el hueso la absorba. En las imágenes luego se ve dónde se acumula el tinte. Esto puede ser indicio de un tumor o de otras anomalías óseas.
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Radiografía. En esta prueba de diagnóstico por imágenes, se usan haces de radiación para obtener imágenes de tejidos, huesos y órganos en placas radiográficas. Se pueden tomar radiografías de cualquier parte del cuerpo para ver si hay un tumor.
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Tomografía computarizada. Es una prueba de diagnóstico por imágenes en la que se utilizan radiografías y una computadora para generar imágenes detalladas del interior del cuerpo. En la tomografía computarizada se observan detalles de los huesos, los músculos, la grasa y los órganos. Para esta prueba, la persona se acuesta sobre una camilla angosta que se introduce en un escáner de forma circular.
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Tomografía por emisión de positrones y tomografías computarizadas. Antes de hacer esta prueba, se administra azúcar radiactivo al torrente sanguíneo. El azúcar se acumula en las zonas donde hay células activas. Luego, en la tomografía computarizada se obtienen imágenes detalladas de los tejidos y los órganos, mientras que en la tomografía por emisión de positrones se observa si hay actividades anormales en las células. Las dos pruebas combinadas proporcionan una imagen más completa. Para esta prueba, la persona se acuesta sobre una camilla angosta que se desliza por una serie de escáneres de forma circular.
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Resonancia magnética. En la resonancia magnética se usan imanes grandes, radiofrecuencias y una computadora para generar imágenes detalladas de los órganos y las estructuras del cuerpo. No se usan radiografías. La persona se acuesta sobre una camilla que se introduce en un escáner largo y angosto, similar a un tubo. Algunas personas tienen dificultades para estar dentro de este escáner angosto.
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Análisis de sangre. Sirven para examinar los electrolitos, las funciones hepática y renal, la presencia de infecciones o marcadores tumorales (sustancias químicas que liberan los tumores) o para hacer pruebas genéticas. Es posible que se recomiende buscar asesoramiento genético si se descubre o se cree que una familiar tiene riesgo hereditario de cáncer. Para estas pruebas, se utiliza una aguja para extraer sangre de una vena del brazo o de la mano.
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Cirugía. Es posible que se necesite cirugía para hacer una biopsia, extirpar tumores u órganos afectados y para revisar si hay tumores que no se detectaron en las pruebas de diagnóstico por imágenes. Existen muchos tipos de cirugías posibles.